martes, 16 de junio de 2009

LA AGRICULTURA BRASILEÑA. RETOS PARA UN GIGANTE

Dr. José Mª. Gómez-Nieves
Academia de Ciencias Veterinarias de Extremadura. Badajoz 26 de mayo de 2009

Sr. Presidente, Sres. Académicos, Señoras y Señores.
Es para mí de una gran satisfacción estar de nuevo aquí, en ésta nuestra Academia, de la cual y en razón al destino que ahora ocupo, me hallo muy distanciado, aunque, todo hay que decirlo, sólo por la lejanía física, pues he seguido y sigo puntualmente su devenir gracias a las informaciones que tanto nuestro Presidente como nuestro Secretario y algunos Académicos me hacen llegar:
Conozco, por tanto, la modificación de los Estatutos que nos rigen y de los que espero sirvan para dar el empujón definitivo a la Institución, dejando atrás la fase inicial con que le dimos comienzo y obtenga a no tardar la personalidad jurídica autónoma que le corresponde y que la lleve a ocupar un trascendente papel en la sociedad extremeña.
Hoy vengo a hablarles de un gran, en todos los sentidos, país, el Brasil, del cual poco se conoce si hacemos excepción de su enorme tamaño, de la Amazonía o de ciudades de tanta belleza como Río o tan modernas como Brasilia. Para mí, que tampoco sabía mucho más, mi residencia allí constituye un permanente descubrimiento. Aún, casi un año después de mi llegada y tras conocer buena parte del territorio y la estructura socioeconómica del país, sus potencialidades de todo orden siguen sorprendiéndome a diario.
Brasil tiene fronteras con casi todos los países sudamericanos, a excepción de Chile y Ecuador, y cuenta con una costa al Atlántico de casi 7.500 kilómetros, lo que da idea de su enormidad, pues ocupa una extensión superior a los 8’5 millones de km2, casi 17 veces el territorio español, siendo por tanto el quinto país más grande del mundo, detrás de Rusia, Canadá, China y Estados Unidos.
La climatología, como no podría ser por menos en tal superficie territorial, es variada aunque siempre dentro del carácter subtropical que le proporciona su ubicación entre el Ecuador, al norte, y el Trópico de Capricornio, al sur (figura 1). De este modo se establecen dos únicamente estaciones a lo largo del año, la lluviosa o verano, que se extiende entre los meses de octubre y marzo, y la seca o invierno, que corresponde al resto del año, pudiendo decirse que no hay otoño y primavera en el sentido en que aquí conocemos.
Figura 1. El mundo tropical


La temperatura media es de 22ºC, excepto en el sur, donde sólo llega a los 18ºC, siendo las áreas situadas más al norte y nordeste las que alcanzan mayores temperaturas. Así, el comportamiento general evidencia un incremento de sur, en cuyas montañas llega a nevar en ocasiones, hacia el norte.
Por lo que se refiere a la pluviosidad, se conduce de modo similar, con máximos pluviométricos superiores a los 2.000 mm en la Amazonía y mínimos en la región nordestina, donde no es raro que pase el año sin que caiga una gota, lo que da lugar a que gran parte de ella sea conocida como “Sertao”.
La población alcanza los 182 millones de personas, un 70 % de las cuales no alcanzan los 30 años de edad. Está conformada por un cúmulo de tipos raciales que, además, se entremezclan con plena libertad y da lugar al carácter alegre y optimista que es seña de identidad del pueblo brasileño, aún cuando gran parte de ellos viven en la miseria más absoluta. Más o menos, la mitad de la población es blanca de origen, un 10 % son negros y menos del 2 % indios, quedando el resto conformado por mulatos y mestizos. El 75 % de todos ellos vive en el medio urbano y alcanzan una esperanza de vida de 71 años.
En líneas generales, Brasil es un país forestal, con aproximadamente el 50 % del territorio (4’8 millones de km2) cubierto por selva virgen, lo que representa el 16 % del total mundial, la cual alberga la mayor diversidad biológica del planeta y contribuye de modo notable al mantenimiento de los recursos hídricos, regulando el caudal de ríos y lagos y minimizando los riesgos de avenidas. Además, y esto tiene una gran importancia de cara a la amenaza del calentamiento global, mantiene inmensos stocks de carbono, lo que le da una importancia estratégica en la regulación del clima regional y general.
Si a la selva se añaden otras áreas arboladas, el conjunto supone más del 56 % del territorio nacional, de forma que pueden distinguirse la selva tropical del norte, el bosque de araucaria del sur, el caducifolio y semicaducifolio del sudeste y el bosque atlántico, situado en la franja costera. Otras formaciones naturalmente constituidas por árboles de menor porte y mucho matorral ocurren el área centro-oeste, mientras que la flora del noreste queda reducida a un denso matorral.
Así, pueden distinguirse sistemas ecológicos o, como dicen ellos, “biomas”: la “Amazonía” (norte), la “Caatinga” (nordeste), el “Cerrado” (centro y centro oeste), la “Mata Atlántica”, el “Pantanal” (centro oeste) y la “Pampa o Campos Sulinos ” (sur), como puede apreciarse en la figura 2 mientras en el cuadro nº 1 se detalla una estimación más detallada de la composición forestal de cada uno de ellos.
Fig. 2. Estados y sistemas ecológicos brasileños

Cuadro nº 1. Superficie y cobertura forestal de los sistemas ecológicos brasileños
Sistema
Área (millones de km2)
% área total Brasil
% cobertura vegetal
% cobertura forestal nativa
Amazonía
4’196
49’29
84’99
80’76
Caatinga
0’844
9’92
63’77
24’39
Cerrado
2’036
23’92
60’41
36’73
Mata Atlántica
1’110
13’04
26’97
21’80
Pantanal
0’150
1’76
86’77
5’07
Pampa
0’176
2’07
28’41
5’38
Área total Brasil
8’514
100
--
--
Fuente: MMA Brasil (200/)

Por otra parte y en lo que se refiere al uso del suelo (cuadro nº 2), al día de hoy un 30 % del territorio se destina a actividades agrícolas, forestales y ganaderas (figura 3), porcentaje del cual el 9 % es dedicado a cultivos, el 0’7 a bosque plantado y un 20’2 % a pastizales, comportando un total de 254’6 millones de Ha. Estas cifras representan un importante cambio a las de hace un decenio, pues en este periodo ha habido una sustitución progresiva de las áreas pastables para destinarlas a labores agrícolas, que han experimentado un incremento del 83’5 %, mientras que aquellas se han retraído en un 3 %, llevando a la ganadería extensiva hacia el interior del país, donde esta actividad ha aumentado en más de un 80 %, concentrándose la intensiva en áreas del centro y sur del país.

Cuadro nº 2. Uso del suelo en Brasil
Uso
1990 (106 km2)
2000 (106 km2)
2005 (106 km2)
Forestal
5’20
4’93
4’77
Agrario, urbano, infraestructura
3’15
3’42
3’57
Ríos, lagos, pantanos
0’15
0’15
0’15
Total
8’51
8’51
8’51



Figura 3. Superficies destinadas a la explotación agropecuaria
1996 2006
Tales cambios han sido consecuencia de la reestructuración de la economía brasileña emprendida en la década de los 90 del pasado siglo, en aras de una liberalización comercial que aún continua avanzando, que ha logrado consolidar la estabilidad económica en base a la reformulación de políticas basadas en el control del crédito y mantenimiento de precios mínimos hasta otra de muy bajos niveles de intervención oficial en los mercados, lo que ayudó a estabilizar los precios y controlar la inflación. En el caso concreto de la agricultura no sólo fueron eliminados los subsidios, sino que también fue reducido el crédito rural, llevando a la instauración de nuevos instrumentos con participación directa del sector privado en la financiación de las actividades sectoriales que, incluso, llega a minimizar la intervención gubernamental en los casos de crisis derivadas de factores climáticos, actuando, por otra parte, en el fomento de la eficiencia y mejora de la productividad.
De este modo, la fuerte inversión en tecnología e investigación desplegada, junto con una climatología propicia, la existencia de amplias áreas cultivables y la alentada capacidad emprendedora, ha afianzado la posición de Brasil como uno de los mayores productores y proveedores de alimentos y fibras del mundo.
Así, este país se constituye actualmente como el tercero en las exportaciones mundiales de productos agropecuarios, pasando de una facturación de 23’8 miles de millones de dólares en 2001 a más de 49 en 2006. En el ránking mundial (cuadro nº 3) aparece dentro de los cinco primeros puestos tanto en la producción como en la exportación de un importante número de productos.
Cuadro nº 3. Posición del sector agrario brasileño en el contexto mundial
Producto
Producción. Posición mundial
Exportaciones. Posición mundial
Sector agrario
--

Frutas


Café


Leche

28º
Cacao

13º
Tabaco


Soja


Algodón


Maíz


Frijoles

--
Arroz

10º
Caña de azúcar

--
Azúcar


Etanol


Carne bovina


Carne porcina


Carne de ave


Esta envidiable situación en el entorno mundial ha sido en gran medida conseguida por el incremento de la productividad que ha propiciado la aplicación de mejores técnicas agrarias y zootécnicas, así como sanitarias.
En la agricultura, el principal producto es la soja, a cuyo cultivo se destinó en 2007 el 35 % de las áreas plantadas, con concentración (figura 4) en cinco Estados (Mato Grosso, Pará, Río Grande del Sur, Goiania y Mato Grosso del Sur). Puede considerarse que el cultivo de soja es el gran responsable del crecimiento agrícola brasileño, con una producción actual que se ha incrementado enormemente en los últimos años (gráfico 1), alcanzando actualmente cerca de 60 millones de toneladas, el 25 % de la total mundial, y unos rendimientos de los mayores del mundo, del orden de los 3.000 kg/Ha. Casi la mitad de esta producción es transformada en el país, obteniéndose 5’7 millones de toneladas de aceite comestible y casi 24 de harina.
Figura 4. Área de cultivo de soja
Gráfico 1. Superficie de cultivo y producción de soja en Brasil
En cuanto al maíz (figura 5), se destinan a este cereal casi 13 millones de hectáreas, alcanzando una producción superior a los 40 millones de toneladas, consumidas en su casi totalidad por el mercado interno. El cultivo de algodón (figura 6), junto con el café una de las primeras actividades agrícolas en Brasil, se concentra en los Estados de Bahía y Mato Grosso y, aunque la superficie que le es destinada no es muy grande (en torno a 0’9 millones de hectáreas), alcanza un volumen de producción de casi 3 millones de toneladas.
Figura 5. Área de cultivo de maíz

Figura 6. Área de cultivo de algodón
Otro producto de enorme interés es la caña de azúcar, en cuyo cultivo Brasil es referencia mundial. Es cultivada en casi todo el país, ocupando cerca de 6’2 millones de Ha, si bien es Sao Paulo el Estado que acumula el 60 % de la producción nacional. El volumen medio producido actualmente se mantiene en torno a los 500 millones de toneladas de caña, 30 de azúcar y cerca de 20.000 millones de litros de alcohol etílico, del cual se obtienen dos tipos principales: el hidratado, para automóviles movidos por alcohol (motores “flex”, con el que cuentan el 90 % de los vehículos fabricados en Brasil), y el anhidro, empleado como aditivo para la gasolina en diferentes proporciones que, en el caso brasileño, es actualmente del 20 %, aunque el sector empieza a solicitar el incremento de este porcentaje. También en este caso se ha experimentado un enorme avance tanto en la producción en sí como en la productividad, como puede apreciarse en el gráfico 2 y figura 7, pues el incremento de la producción ha ido muy por encima del aumento de la superficie de cultivo.
Gráfico 2. Área y producción de caña de azúcar en Brasil
Figrua 7. Área de cultivo de caña de azúcar
Por lo que se refiere a la fruta, cultivadas en casi todas las especies tropicales, subtropicales y templadas aunque los cultivos más consolidados son la naranja, papaya, plátano, piña, coco, sandía, melón, mango, uva, aguacate, caqui e higo, el área preferente se sitúa en la franja atlántica. En total son destinadas al cultivo 3’4 millones de hectáreas, con una producción estimada de más de 38 millones de toneladas, de las cuales el mercado interno absorbe algo más de 21. De toda ella, destaca la producción de zumos, el 95 % de naranja.
La producción forestal de bosque plantado es también importante, destinándose a la misma más de 53.000 km2, pertenecientes sobre todo a la Mata Atlántica, y contribuye de modo significativo a las exportaciones brasileñas de papel y celulosa, aunque su crecimiento ha sido modesto en los últimos 15 años, con sólo un 6 % en el periodo. Destaca la producción de eucalipto (55 %), pino (35 %), teca, acacia y caucho.
Con relación a las producciones ganaderas, Brasil posee la segunda cabaña más importante del mundo cuyo mercado, como se he visto anteriormente, lidera, alcanzando la carne brasileña más de 140 mercados (figura 9) y generando más de 4.000 millones de dólares en este mercado exterior. A pastos se destinan aproximadamente 200 millones de hectáreas, aunque, como igualmente se he reseñado, hay una tendencia hacia los sistemas intensivos de explotación ganadera, dejando áreas libres para la agricultura.
Figura 9. Principales rutas de exportación de carne brasileña
Destaca en primer lugar la bovina de carne (figura 10), con un censo superior a los 200 millones de cabezas, concentrado en cinco Estados (Mato Grosso y Mato Grosso del Sur, Minas Gerais, Goiania y Paraná), seguido de la producción suina (figura 11), con cerca de 32 millones de cabezas que se concentran en la región central y sur del país.
La producción láctea es, sin embargo, más modesta, en torno a 25.000 millones de litros, aunque viene creciendo en torno a un 4’5 % anual en base a la mejora de la productividad y a la cada día mayor especialización del sector, lo que ha permitido revertir la balanza comercial, con el paso de la consideración de país importador a la de exportador neto, sobre todo de leche en polvo y condensada e incluso de algún tipo de queso especiales, con lo que ello tiene, además, de impulsor de la industria alimentaria.
Figura 10. Áreas de producción bovina
Figura 11. Áreas de producción porcina
La carne de ave es otro sector de importancia creciente en Brasil. En el caso del pollo, con 1.200 millones de aves y una cuota del mercado mundial del 40 %, su explotación se ubica fundamentalmente en los Estados del sur, donde quedan establecidas granjas de alto nivel tecnológico (figura 12). También es de interés creciente la explotación de pavos, así como la que empieza a apuntarse para el avestruz.

Figura 13. Área de producción de pollos
La realidad es que a lo largo de los últimos años se ha experimentado un inusitado crecimiento de las producciones bovina y porcina, sobre todo de las primeras, como puede observarse en el gráfico 3, gracias sin duda a la introducción de mejoras de todo tipo, aunque resaltan las genéticas y nutricionales. En el caso de los bovinos, población en la que los cebuínos alcanzan clara preponderancia (gráfico 4), las técnicas de selección y mejora animal han alcanzado un rango de primer orden, así como las reproductivas. Algo similar ha ocurrido en el campo de la alimentación animal, en este caso de la mano de las explotaciones porcinas y aviares, que han llevado al emplazamiento de un denso tejido industrial de elaboración de piensos y que están, no obstante, ayudando a la intensificación de la explotación bovina (gráfico 5).
En líneas generales, se señala que la producción bovina creció entre 1990 y 2007 a un promedio del 6 % anual, es decir, que casi se ha duplicado en ese periodo. La porcina porcentualmente aún más, alcanzando un incremento anual del 12 %, con un aumento de la producción desde 1 millón de toneladas a las 2’8 actuales.
Gráfico 3. Evolución de los censos ganaderos
Gráfico 4. Composición del rebaño bovino
Gráfico 6. Intensificación de la explotación bovina
Otras producciones ganaderas no dejan de tener su trascendencia, aunque se encuentran muy por detrás de las comentadas. Así, en el caso de ganado ovino y caprino, los censos resultan muy moderados en relación a los bovinos, con unos 14 millones de ovejas y menos de un millón de cabras, que, además, vienen disminuyendo de año en año, al contrario de lo que sucede (gráfico 7) con los búfalos, que poco a poco incrementan su presencia en la cabaña brasileña. La distribución de estos efectivos corresponden a los Estados del norte (búfalos), nordeste y sur (ovinos y caprinos) y del sur (búfalos y ovinos).
Gráfico 7. Evolución de los censos de bubalinos, ovinos y caprinos
Producciones tan elevadas precisan de un activo comercio exterior que ha ido acompañando y soportando los incrementos experimentados en las diferentes producciones hasta colocar a Brasil en el ya comentado importante puesto en el ránking mundial (gráfico 8).
Gráfico 8. Evolución de la balanza exterior de la producción agropecuaria
El saldo comercial brasileño es positivo gracias a la trascendencia de las exportaciones agrarias, que en 2008 alcanzaron un valor de casi 62.000 millones de dólares frente a unas importaciones de algo menos de 10.000, contrarrestando el importante incremento de las importaciones totales derivadas del aumento del consumo interno (de 97.000 millones de dólares en 2007 a 148.000 en 2008). Como principales destinos, hoy destaca China, con un 11 % de las exportaciones totales, que adelanta a los Estados Unidos, hasta ahora principal cliente pero que ahora pasa a un tercer lugar con una participación del 8’7 %. Por su parte, la Unión Europea como bloque sigue siendo el principal destinatario de la producción agropecuaria, con un 33 % del total, seguida del área asiática, con el 23’5 %.
Por productos, ya se ha indicado la preeminencia de la soja, que con 16.490 millones de dólares supuso algo más del 26’5 % del valor total de las exportaciones agrarias. Es seguida de cerca por las carnes, que alcanzan el 20 % de dicho valor. A bastante distancia se sitúan los productos forestales (12’9 %), el complejo sucroalcoholeiro (10’2 %) y el café (6’2 %). Los cueros (4’4 %) y el tabaco (3’9) siguen como principales productos. El zumo de fruta, con un 3 % al que cabría añadir otro 2’7 % correspondiente a la fruta, es otro capítulo importante del comercio exterior.
RETOS PLANTEADOS
No cabe duda que un crecimiento tan espectacular como el experimentado por la agricultura brasileña ha debido superar con éxito múltiples problemas de todo tipo, más aún ha de enfrentarse a algunos de no poca importancia y dificultad de resolución, de los cuales a continuación se hace una sucinta exposición.
En primer lugar cabe señalar los problemas a que se enfrenta la posibilidad de incremento de la superficie destinada a las actividades agrarias. Hasta la fecha, Brasil ha venido haciendo caso omiso a las recomendaciones realizadas por diferentes entidades nacionales como la Empresa Brasileña de Investigaciones Agrarias (EMBRAPA-MAPA) o el Instituto Brasileño de Investigaciones Amazónicas (INPA-MMA) e internacionales (FAO, IICA) sobre la conveniencia de recuperar tierras degradadas por la utilización intensiva de pastizales para su destino a la agricultura, forma de impedir la presión deforestadota sobre otras áreas que así podrían quedar reservadas. Sin embargo y como consecuencia de presiones externas y de la lucha contra el cambio climático en que el país se ha embarcado, esta posibilidad comienza a ser considerada con seriedad, si bien actualmente hay una guerra de cifras (entre 30 y 70 millones de hectáreas) respecto a la superficie que podría ser sometida a procesos de recuperación que, como la que se sintetiza en la figura 14, pueden resolver el problema en relativamente poco tiempo.
Figura 14. Recuperación de áreas territoriales degradadas
En segundo término e íntimamente ligado con el anterior ha de reseñarse el problema de la deforestación, que no sólo queda circunscrito al área amazónica, sino también al resto de sistemas ecológicos brasileños y que hoy se ve potenciado por causa del reto global que supone el cambio climático. No obstante, la mayor preocupación es la referida a la Amazonía, aunque también en este caso hay gran disparidad del grado de deforestación que se produce anualmente. No obstante, se considera que hasta 1970 apenas el 2 % de la selva amazónica había sido destruida, mientras que la actual devastación ya alcanza un área cercana a los 68 millones de Ha, lo que supone una superficie mayor que la península Ibérica y correspondiente a casi el 17% de la Amazonía brasileña.
La mayor presión deforestada tiene lugar en el denominado “Arco do Desmatamento” (figura 15), donde se alcanza el 75% del total de selva alterada, mostrándose en el gráfico 9, la evolución de la deforestación producida en las últimas décadas.
Figura 15
“Arco do Desmatamento” de la Amazonia
Gráfico 9
Evolución de la deforestación amazónica
En líneas generales, la deforestación encuentra sus principales causas en la explotación pecuaria a gran escala (60 %), la actividad agropecuaria de subsistencia (33 %), la tala legal e ilegal (3 %), los incendios forestales y la creación de infraestructuras (3 %) y la agricultura a gran escala (1 %), como se refleja en el gráfico 10.
Gráfico 10
Deforestación amazónica (2000-2005). Causas principales
Explotación ganadera a gran escala
Actividad agropecuaria de subsistencia
Incendios e infraestructura
Tala (legal e ilegal)
Agricultura a gran escala
La ganadería es responsable directa de casi el 80 % de la deforestación de la Amazonía Legal, construcción geopolítica establecida en 1966 con fines de planificación regional, alcanza casi el 61 % del territorio nacional, incluyendo los Estados de Acre, Amapá, Amazonia, Mato Grosso, Pará, Rondonia, Roraima, Tocantins y parte de Maranhão (figura 16).
Figura 16
Estados constituyentes de la Amazonía Legal

Sin embargo el avance del cultivo de soja en esta área se ha convertido en una nueva e importante amenaza a la conservación de la selva amazónica. Entre 1980 y 1995, el aumento del área utilizada por el sector agropecuario en la región fue del orden de 7 millones de Ha. La disminución de los subvenciones gubernamentales a partir de la década de los 90 no fue suficiente para contener la actividad, la cual había sido favorecida por el bajo precio de la tierra, la continua demanda de los países desarrollados y los proyectos de infraestructura que facilitan la circulación y salida de las producciones.
Por otra parte, la participación de pequeños, medianos y grandes productores agropecuarios en la deforestación amazónica no es la misma. La que llevan a cabo los pocos pero grandes productores, es equivalente o superior a la de muchos pequeños agricultores. En valores absolutos, cada gran hacendado provoca una deforestación muy superior a la que realiza cada pequeño agricultor, más la deforestación total en función del porcentaje de tierra privada es bastante más elevada en el caso del pequeño agricultor. Además, buena parte de la deforestación en las grandes propiedades es de carácter legal, lo que no ocurre en el caso de las pequeñas fincas. Sin embargo y considerando que el uso de la tierra por parte de pequeños agricultores es fundamentalmente destinado a la subsistencia familiar, mientras que en el caso de los grandes propietarios lo que se persiguen es la obtención de buenos resultados económicos, la concentración de tierras en la Amazonía Legal genera desigualdad social e influye en el nivel de deforestación.
Respecto a los incendios, cada año el fuego afecta a un área similar a diez veces el tamaño de Costa Rica en la Amazonía brasileña. Los incendios aumentaron en un 32,9% del 2003 al 2004, representando el 74,1% del total de áreas quemadas en Brasil.
De los muchos impactos que el proceso deforestador provoca, cabe destacar la pérdida de productividad (consecuencia directa de la erosión y compactación del suelo en las áreas afectadas), los cambios en el régimen hidrológico y las mermas en la producción hidroeléctrica y la pérdida de biodiversidad.
Un tercer asunto que requiere atención es la cuestión de la producción de biocombustibles, productos sobre cuya conveniencia y ventajas frente a los combustibles derivados de fuentes no renovables debe ser definitivamente esclarecida de modo que jueguen en el papel que les corresponda en el contexto internacional. Aunque en esta definición entran materias primas como la biomasa, el carbón vegetal, el biodiesel y el etanol, es este el que actualmente tiene la mayor importancia para Brasil, que trata de presentar su modelo productivo un sistema de abastecimiento energético confiable, tanto en continuidad (renovable) como en calidad y precio, y desconcentrado, al contrario de lo que ocurre con las modalidades tradicionales de obtención y aprovechamiento energético. La situación actual se enfrenta a aspectos como la dicotomía entre los sistemas brasileño, europeo y estadounidense, basados en productos como el maíz que exigen un fuerte consumo energético no renovable, o el mercado internacional y los frenos al comercio.
De no menor importancia hay que considerar el comercio exterior de los productos agropecuarios, con fuertes implicaciones de la sanidad vegetal y animal y las condiciones higiénico sanitarias del procesado de los productos transformados y de aseguramiento de la trazabilidad, más las trabas arancelarias y las negociaciones de la OMC (Doha y aranceles y subsidios), sin olvidar las cada día mayores exigencias ambientales.
Finalmente en esta breve síntesis de principales retos, ha de ser considerada la explotación ganadera bovina y ovino-caprina. Respecto a la primera y en consideración al alto nivel alcanzado y la tendencia hacia la aplicación de prácticas intensivas de producción, cabe el planteamiento de si las razas cebuinas siguen siendo ahora las más indicadas para la cría y explotación, dados sus menores rendimiento zootécnico y calidad de la carne, más seca, oscura y de grano grueso, frente a los índices ofrecidos por otras más precoces. Podría intentarse el mismo sistema empleado para la producción de leche, donde es empleado el cruce industrial del cebuino Gir con la raza Frisona, del cual se ha obtenido los diferentes tipos denominados Girolando, en diferentes porcentajes de cruce, que ha mejorado sensiblemente la producción láctea sin excesiva merma de los caracteres de rusticidad y resistencia del cebú.

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